La Raya
Como manada llegamos casi de madrugada. Algunos todavía descalzos por deshinchar los pies del largo viaje. Las luces parpadearon antes de encender interrumpiendo el sueño de los que aun permanecían dormidos. Escuchamos sin poner atención a una bocinas y sin hablar nos indicaron el único camino a seguir.
Entramos en un laberinto de corredores azules. Un silencio nos seguía entre estas paredes a excepción de aquellos que arrastraban los pies y los que apenas iban despertando de la travesía.
Imágenes del recorrido inundaron mi cabeza. Todo empezó en mi ciudad natal. Algunos decían que era tradición otros entendieron que no había de otra. Al final cuando salí de ahí el camino estaba alumbrado por las faldas de la luna llena.
Igual que esta ocasión primero ví las montañas, luego un desierto, uno que otro lago, algunos ríos, después el río grande, luego más desierto y finalmente acabe aquí. En este laberinto; Arrastrando mis pies, haciendo filas.
Mirar sobre el hombro es fácil. Todavía puedo escuchar las fiestas de mi pueblo. La cara de los abuelos cuando veían castillos arder en cascadas de fuego. Los guaraches embadurnados de nopales y frijolitos, acompañados de buches de tepache y horchata. En donde quedaran esos toritos llenos de luz y gritos? A donde se iran los Tecuanes llenos de ruidos y jaguares? En donde quedaran las ruinas de mi pasado? Los teocalis y ciudades que los dioses olvidaron? Los baños de temascal en el ceno de la madre tierra y sus hijos los guerreros? A donde se meterán los soles que persiguen los solsticios y los cuatro vientos? Quien escuchara los cantos del señor de Chalma. El señor Oxtoteol Señor …Señor… Señor, Señor! Señor!
Al abrir los ojos me encontraba al frente de la fila. Es usted mexicano? Pregunto el oficial. Con remordimiento puse sobre el escritorio my pasaporte azul. No! afirme, soy ciudadano. Selló mi pasaporte y con una sonrisa me dijo, bienvenido. Sin mirarlo, cruce la raya.